*Un poco de historia*
EL LEGADO DE LAS VACUNAS
La intervención que más vidas ha salvado es el agua potable. La segunda las vacunas.
En la madrugada del 21 de marzo de 1963, Jeryl Linn, de cinco años, se despierta molesta con fiebre y dolor de garganta. Su padre, el microbiólogo Maurice Hilleman, lo nota enseguida: Jeryl tiene paperas. Para muchos chicos y chicas, las paperas (parotiditis) eran una enfermedad trivial sin mayores consecuencias pero Hilleman sabía que, a veces, derivaban en un cuadro más grave, con secuelas como sordera o meningitis.
Hilleman tomó muestras de la garganta de Jeryl, las colocó en un caldo de cultivo y las llevó a su laboratorio. A partir de un cultivo de ese virus, desarrolló una vacuna. La hermana más chica de Jeryl, Kirsten, fue parte de los ensayos clínicos.
El virus que aisló para la vacuna contra las paperas es el que aún hoy utilizamos en todo el mundo. La cepa se llama “Jeryl Lynn” o “JL”. Más tarde, Hilleman reunió esta vacuna con otras dos para crear la “triple viral” (contra el sarampión, paperas y rubéola).
Hilleman también desarrolló las vacunas contra la hepatitis A, hepatitis B, varicela, meningococo, neumococo y haemophilus. También mejoró muchas otras: consiguió que fueran más eficaces y tuvieran menos efectos secundarios.
A Hilleman se le atribuye haber salvado más vidas que cualquier otro científico del siglo XX.
En la foto que se adjunta, icónica en la historia de las vacunas, se está vacunando a la hermana menor Kirsten Hilleman con la vacuna contra las paperas que fue desarrollada por su padre, Jeryl Lynn es la niña mayor a la izquierda en la foto.
Los profesionales de la salud debemos promover el uso de las vacunas, valorando y continuando el legado que nos dejó Maurice Hilleman.
| Tomado de: Valeria Edelsztein / National Foundation for Infectious Diseases
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