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La importancia de la vacuna BCG

Hace 97 años, el 1 de julio de 1921 los inmunólogos franceses Albert Calmette y Camille Guerin aplicaron la primera dosis de la vacuna BCG en el Hospital de la Charité de París, y dieron así un paso fundamental para combatir la tuberculosis, una enfermedad que durante siglos azotó a la humanidad y costó la vida de millones de personas.

La vacuna BCG contiene bacilos bovinos atenuados que evitan la diseminación hematógena que se produce en la primoinfección por el bacilo de Koch (bacilo de la Tuberculosis), potencialmente mortal. Esta primoinfección puede ser asintomática, evolucionar a enfermedad pulmonar, o bien diseminarse por vía linfohemática, en cuyo caso las formas clínicas resultantes son miliar y extrapulmonar —meníngea, ósea y sepsis (compromiso de varios órganos)

QUIÉNES DEBEN APLICARSE LA VACUNA?

La vacuna BCG debe aplicarse en los bebés recién nacidos, antes del alta de la maternidad o durante la primera semana de vida. Por su parte, aquellos niños que no hayan sido vacunados en este período y presenten esquemas atrasados, podrán recibir una dosis hasta los 6 años inclusive, pero no es necesario administrar esta vacuna en chicos mayores de 6 años que no hayan sido vacunados oportunamente

CÓMO SE APLICA?

La vía de administración es intradérmica, en la inserción inferior del músculo deltoides del brazo derecho.

¿QUÉ SÍNTOMAS PUEDE GENERAR LA VACUNA?

Al comienzo, produce una elevación de la piel que desaparece en media hora; a las 24 a 48 hs se puede observar un nódulo plano eritematoso de unos 3 mm; mientras que a los treinta días se genera una pequeña ulceración con secreción seropurulenta, que luego se seca y se cubre con una costra que cae y deja una cicatriz característica. Todo este proceso suele completarse en el lapso de cuatro a ocho semanas


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